1. Introducción

Bienvenido al Espacio Arqueológico del Cerro del Castillo, ubicado en la zona más alta de Medina Sidonia, a casi trescientos treinta y ocho metros de altura. 

Las excavaciones arqueológicas comenzaron en este lugar en el año 2004, bajo la dirección de los arqueólogos Manuel y Salvador Montañés Caballero, revelando las estructuras de tres fortificaciones distintas, una de la época romana, otra islámica y una tercera ya de época cristiana del final de la Edad Media; y también se sacaron a la luz vestigios de dos momentos de reutilización y reconstrucción parcial de las estructuras defensivas: para el asentamiento de las tropas napoleónicas y ya en pleno siglo XX al ser adquiridos los terrenos por un particular. 

Así, durante la visita, podrá observar diferentes estructuras, técnicas de construcción, curiosidades y hechos históricos, además de disfrutar de unos paisajes de gran belleza natural gracias a la situación estratégica y privilegiada de este espacio arqueológico.

 

 

 

2. El castellum militar romano

Podrá observar la primera línea constructiva correspondiente al Castellum romano, fechado entre los siglos II y I a.C.

Vencidos los cartagineses en el 206 a. C., los romanos continuaron con la ocupación de este cerro, por ser un enclave de gran valor estratégico por el control que desde aquí se tiene de la actual provincia gaditana.

En su falda se fundó, en tiempos del emperador Augusto, una nueva ciudad que mantendría el nombre fenicio-turdetano de la anterior: Asido, al que se añadiría Caesarina, en recuerdo del que pudo ser uno de sus benefactores, Julio César.

La construcción de la fortaleza militar ocupó una hectárea de terreno, y constaba entre sus defensas con un foso excavado de más de 7 metros de profundidad y anchura; y unas murallas con torres-contrafuertes en sus lados mayores y dos grandes torres en las esquinas del extremo sur.

El material utilizado en la construcción de este castellum fueron grandes sillares de piedra arenisca, algunos de gran tamaño, que formaban las caras exteriores de las murallas, mientras que el interior se rellenaba con el típico opus caementicium, un mortero elaborado con cal y piedras de gran dureza.

El castellum podía albergar una guarnición de aproximadamente un centenar de soldados. Una estructura defensiva, durante los años finales de la República y el Alto Imperio, cuando el territorio estuvo en paz, se convirtió en un elemento propagandístico y símbolo del poder de Roma.

3. Ocultamientos de monedas.

En las diferentes campañas arqueológicas realizadas en el Castillo se han ido localizando de manera individual monedas de las diferentes culturas que han ocupado la zona, abarcando más de 2000 años de historia.

También se han hallado dos ocultamientos de monedas (lo que se conoce popularmente como “tesorillos”) correspondientes a dos momentos diferentes: uno islámico, en la parte superior de este silo, compuesto por más de 200 monedas de plata, llamadas dirham, acuñadas en Medina Azahara y otras ciudades del califato cordobés de los siglos X y XI, que en su día se guardaron en un saquito de tela.

El otro ocultamiento se encontró en el interior de uno de los aljibes de la parte superior del castillo, compuesto por 828 monedas de bronce. Estas monedas son maravedís, que se depositaron dentro de dos jarritas y que abarcan desde finales del siglo XVI hasta mediados del XVIII.

Existen diferentes versiones que explican estos tipos de ocultamientos, pero en el caso de las monedas islámicas podría responder a un momento de inestabilidad política o de guerra en el territorio, mientras que los maravedís se pudieron esconder entre las ruinas del castillo después de una apropiación ilegal. Tanto en un momento como en el otro, quien ocultó las monedas no pudo volver a recuperarlas y han llegado así hasta nosotros.

Actualmente  se encuentran expuestos en el Museo Arqueológico de Medina Sidonia.

4.El castillo en la Baja Edad Media

Tras la conquista de la villa por parte del rey Alfonso X el Sabio y la expulsión de los musulmanes de la Cora de Sidonia en el año 1264, los cristianos implantaron su dominio cultural y religioso, castellanizando el nombre que tenía la ciudad pasando a llamarse Medina Sidonia.

A causa de la escasa población de la villa asidonense, el castillo y las murallas se fueron deteriorando. Por ello, tuvieron lugar diversas peticiones por parte de los vecinos para que el rey les ayude a reparar las murallas, puesto que la frontera con el reino de Granada se encontraba muy cerca.

En 1440 se da el señorío a la Casa de los Guzmanes de Medina Sidonia y en 1445 se crea el ducado que llevará el mismo nombre de la ciudad. Esto supondrá un impulso, tanto en el incremento del número de habitantes, como en la reparación de las defensas y, especialmente, con la construcción de un nuevo castillo por parte del II Duque, que se adosará al casi derruido de época musulmana.

Éste se construirá con gruesos muros de mampostería de piedra y sillarejos, añadiéndole innovaciones técnicas tras la aparición de la pólvora, como las troneras para los cañones y el refuerzo de la parte baja de las murallas con un talud.

Para conseguir los medios necesarios para estas grandes obras de defensa, la casa ducal destinó el dinero de algunos impuestos y multas a estas obras; y pidió el favor de la iglesia, como se constata con la Bula otorgada por el Papa Nicolás V, concediendo el perdón de sus pecados y la liberación de los bienes mal adquiridos en los últimos diez años a los fieles que ayuden con su trabajo o económicamente a la refortificación de la villa.

Este nuevo castillo comenzaría a desmontarse a partir del siglo XVII y sus materiales reutilizados en edificaciones de la ciudad, tanto públicas como privadas (por ejemplo, la iglesia mayor y el ayuntamiento se construyeron en parte con piedras sacadas del castillo), siendo unos pocos muros arruinados de esta fortaleza los únicos que salían de la tierra antes de iniciarse los trabajos arqueológicos en 2004.

5. El castillo islámico

Con ligeras variaciones, refuerzos y reconstrucciones en el período de ocupación bizantina y visigoda y los primeros decenios de la presencia musulmana en la península, se mantuvo en pie el castellum romano.

Pero en torno al siglo IX o X sería derruido en su mayor parte como medida de castigo contra los habitantes de Medina Sidonia.

Hasta un siglo más tarde no se construiría otra fortaleza en el mismo lugar, utilizando en este caso la técnica traída por sus constructores norteafricanos. Esta técnica constructiva es la del tapial,  que empleaba un encofrado o cajón de madera que se rellenaba con tierra y  cal, se apisonaba, y cuando endurecía, desmontaban las tablas y se construía otro cajón encima o al lado, repitiendo el proceso hasta alcanzar la altura y longitud deseada del muro.

Durante los primeros siglos del período islámico, Medina Sidonia fue la capital de un amplio territorio conocido como Cora de Sidonia.

6. El Castillo en la época de los franceses y hasta nuestros días

Las tropas napoleónicas entraron y se establecieron en Medina Sidonia en febrero de 1810, durante la Guerra de la Independencia Española.

Por motivos tácticos y de defensa, en abril de 1811, deciden establecer un acuartelamiento en la cumbre del cerro del Castillo, para lo que aprovechan las ruinas visibles de la fortaleza medieval, levantando las murallas del perímetro, construyendo barracones para las tropas, así como otras dependencias como cuadras y cocinas, según se atestigua con las excavaciones arqueológicas.

En agosto de 1812, los franceses salen precipitadamente de la ciudad, y los mandos españoles ordenan destruir todas las construcciones realizadas en el castillo, para que no fuese ocupado de nuevo, cayendo en el abandono a partir de ese momento.

Pero todavía en 1925, tras la compra de estos terrenos por un particular, el castillo conocería unos años de nueva vitalidad, reconstruyéndose muros y habitaciones, aunque sin respetar lo que fue esta fortaleza en origen. Hasta que en los años 30 del siglo XX vuelve a quedar abandonado.

Entrados ya en el siglo XXI, y gracias a los arqueólogos Manuel y Salvador Montañés, que diseñaron y dirigieron las distintas campañas de excavaciones arqueológicas, al impulso del Ayuntamiento y al apoyo económico de las diferentes administraciones, se ha recuperado este importante y complejo legado de nuestro pasado para el disfrute y conocimiento de todos.

7. Paisajes desde el castillo

El motivo principal para mantener en el mismo lugar las diferentes fortificaciones que ha albergado la cumbre de este cerro a lo largo de la historia ha sido su magnífica ubicación.

Desde la zona más alta, donde se halla el punto geodésico a casi 338 metros de altura, siendo el punto más alto de la comarca de la Janda, podemos divisar Jerez de la Frontera, conocida por sus magníficos vinos y los caballos cartujanos.

Al noroeste, el Puerto de Santa María y Puerto Real, pertenecientes a la bahía de Cádiz, destacando el parque natural de los Toruños, por su valor medioambiental y marismas.

Al oeste, Cádiz con su impresionante puente, el más largo de España, conocido popularmente como el puente de la Pepa en honor a la primera Constitución Española que se firmó en Cádiz en 1812.

A continuación, los municipios de San Fernando y Chiclana de la Frontera, con paisajes de marismas y antiguas salinas.

Al suroeste, nos encontramos con los municipios de Conil y Vejer, y aunque fuera de nuestra vista también Barbate y Zahara de los Atunes, que conforman el territorio de la Janda Litoral, donde destacan sus playas y sus almadrabas, arte de pesca donde se captura el atún rojo.

En el mismo plano, pero hacia el interior, los campos de Benalup-Casas Viejas y de las pedanías asidonenses de San José de Malcocinado y Los Badalejos.

Hacia el sureste, se dejan ver los campos de Tarifa y, en días claros, podemos divisar en esta dirección las costas de Marruecos, al otro lado del Estrecho.

Más allá Los Barrios, destacando nuestro Parque Natural de los Alcornocales.

Al este, Alcalá de los Gazules y Paterna de Rivera, pertenecientes a la Janda Interior, donde destacamos nuestra ganadería de toros bravos y la vaca retinta.

Finalmente, si dirigimos la vista hacia el noreste, nos encontraremos con el macizo de la Sierra de Grazalema y el resto de la sierra de Cádiz y, en el llano, San José del Valle.

Desde esta zona podremos ver el vuelo de los buitres leonados llegados desde los Alcornocales o, con un vuelo planeado, a los cernícalos primilla, listos para la caza con la que alimentar a sus crías.