1. Bienvenida
Le damos la bienvenida al Museo Arqueológico de Medina Sidonia, que fue inaugurado en el año 2013. Un museo que integra en su recorrido varios espacios arqueológicos y salas expositivas, donde se exhiben restos de las diferentes civilizaciones que han pasado por Medina Sidonia.
Gracias a la iniciativa del Ayuntamiento, la colaboración de numerosos vecinos y profesionales de la arqueología y a la labor incansable en el trabajo de campo y en el de la museografía de Salvador Montañés Caballero, se ha llegado a contar con unos fondos arqueológicos de gran interés e importancia, una parte del cual se expone en las salas de este museo.
Esperemos que disfrute de su visita y de nuestros 3.000 años de Historia.
2. Primera parada de la visita
En este primer espacio se encuentra lo que en su día fue parte de la ciudad romana que se llamó Asido Caesarina, que alcanzó un gran esplendor urbanístico: en el siglo I se diseñó una ciudad ex novo, o lo que viene a ser lo mismo, se allanó todo el espacio urbano anterior y se trazaron nuevas calles y plazas, y los espacios en los que se construirían los nuevos edificios públicos y privados.
Aunque adaptados a la geografía de este cerro, se intentó seguir el sistema ordenado de cuadrícula, con dos calles principales de dirección norte-sur y este-oeste, el cardo y el decumano máximo, respectivamente; y paralelas a ambas otras calles secundarias. En todos los casos pavimentadas con grandes losas de piedra y por debajo de éstas la red de cloacas.
En una de esas calles secundarias nos encontramos en este momento, con restos aún visibles de fachadas de casas a uno y otro lado.
Lo único a la vista que no pertenecería al periodo romano, es esa forma circular de tierra y ladrillos rojizos que pertenecería a un horno de época almohade. Éste, el más pequeño que está detrás y otros que no se han conservado, formaron parte en la última fase de ocupación islámica de Medina Sidonia, de una industria alfarera que producía ollas, jarras y otras vasijas con decoración pintada en muchos casos.
Tres tipos de ánforas puede ver en las hornacinas de este espacio, de derecha a izquierda, ánforas de aceite, vino y salazón de pescado. Cada recipiente presenta una tipología diferente, una forma especial, en función del contenido que almacenaba.
3. Criptopórticos
Un criptopórtico es una construcción abovedada, subterránea o semisubterránea. Su función principal es la de soportar una edificación o un espacio abierto por encima de sus bóvedas, y como uso secundario, su interior se puede destinar a almacén o cuadras.
En nuestro caso, los cuatro criptopórticos cumplieron la misión de nivelar el terreno en ladera en el que nos encontramos, permitiendo así una amplia y robusta superficie sobre la que construir el edificio principal que se alzó sobre estas bóvedas, quedando este espacio como los sótanos del edificio.
Las partes que se ven reconstruidas con ladrillos, pertenecen a la rehabilitación y acondicionamiento para la visita de estos espacios llevada a cabo en la primera década del presente siglo, ya que la obra original romana, del siglo primero después de cristo, está realizada totalmente con sillares y lajas de piedra arenisca, con un suelo de tierra apisonada, que en algunas salas se encuentra recorrido por canalizaciones que recogen el agua subterránea y la trasladan a la cloaca de la calle vecina, evitando el encharcamiento de los criptopórticos.
4. Las cloacas
Además de la que discurre por debajo del enlosado de la calle, se puede recorrer un trozo del entramado de la red de cloacas que se extendía por toda Asido Caesaerina.
Son más de 20 metros de galerías subterráneas que formaron parte del alcantarillado de época romana, al que llegaban las aguas sucias y las de lluvia, que eran canalizadas fuera de la ciudad.
Estos tramos de cloacas fueron descubiertos en 1969 por un grupo de jóvenes de la localidad, que se encargaron de su vaciado, pues estaban colmatadas de tierra; pero más tarde caerían en el olvido. No será hasta 1991 cuando, por iniciativa municipal y de la Consejería de Cultura, se retoma su investigación y puesta en valor.
Los muros están hechos de sillares de piedra arenisca y las bóvedas son de medio cañón corrido. Conserva el suelo original, realizado con el mortero impermeable denominado opus signinum, una mezcla de cerámica triturada y cal. En las bóvedas y en uno de los laterales encontramos unos orificios circulares que conectaban directamente con los edificios o la calle situados en la parte superior, y es por donde caían las aguas a la cloaca.
5. Panel estratigráfico
Se encuentra ante la columna estratigráfica que representa la evolución de la ocupación de nuestra localidad. La ciudad de Medina Sidonia tiene 3000 años de historia. De acuerdo con la tradición, la fundación se llevó a cabo por parte de los fenicios, aunque lo hicieron sobre una población indígena ya existente en este cerro, formando parte del mítico reino de Tartessos.
Puede verse como, a lo largo de la historia, el lugar ha tenido distintos nombres: Sidón o fenicia, Asido Caesaerina romana, Asidona visigoda, Madinat Saduna islámica y Medina Sidonia desde la conquista de Alfonso décimo, quien también la denominó “Estrella” o Medina Sidonia de la Frontera.
Se destacan algunos momentos destacados, como la sede del obispado asidonense, la capitalidad de la cora de Saduna, la creación del Ducado de Medina Sidonia en el año 1445, o la ocupación por tropas napoleónicas entre 1810 y 1812, donde las tropas francesas mantuvieron una guarnición en la zona del Castillo de Medina Sidonia.
6. Vitrina 1
Las piezas que aparecen en esta vitrina, reflejan distintos aspectos de la vida cotidiana de los habitantes de Medina durante la Prehistoria Reciente, más concretamente durante lo que se denomina Edad de los Metales.
Son instrumentos fabricados en piedra, fundamentalmente de superficies pulimentadas, una técnica utilizada para la fabricación de herramientas y armas que se desarrolló a partir del Neolítico.
Por estos instrumentos, sabemos que su economía se basaba fundamentalmente en la agricultura y la ganadería, siendo claros ejemplos las hachas y azuelas para trabajos forestales y de laboreo de la tierra, los molinos y machacadores para el tratamiento de la cosecha, o las piezas de sílex talladas como dientes de hoz para recolectar cereales.
Las representaciones de ídolos tallados en piedra nos hablan de sus creencias religiosas.
Además, la elección de este cerro para establecer sus viviendas no es casual, pues cuenta con los elementos básicos para vivir como son la abundancia de agua, los terrenos para cultivar y el para ganado, a la vez que resulta un lugar estratégico por el amplio control visual y su fácil defensa.
7. Vitrina 2
Los primeros artefactos cerámicos aparecen en el Neolítico y están compuestos, principalmente, por contenedores utilizados para cocinar o almacenar alimentos y líquidos.
Aunque son objetos con finalidad práctica, han servido también de soporte para representaciones artísticas, tratando sus superficies con representaciones decorativas o simbólicas, bien con relieves, incisiones, grabados o pintura.
La palabra “cerámica” proviene del griego: “keramiké”, que se traduce literalmente como “arte de trabajar la arcilla”.
Antes de la invención del torno alfarero, las cerámicas se fabricaban utilizando diversas técnicas.
Una de ellas era la de los churros, que consistía en disponer sucesivamente diversos cilindros de arcilla, uno sobre otro, hasta alcanzar la altura deseada, para crear las paredes de la vasija. Luego, se alisaban las superficies del interior y el exterior, se le daba forma al borde y se le añadían las asas.
Como curiosidad, en esta vitrina se muestran tres fragmentos de cerámica correspondientes a la base de distintas vasijas, que tienen impreso un dibujo geométrico, que se formó cuando el alfarero colocó la arcilla fresca en la esterilla de vegetal trenzado sobre la que comenzó a trabajar, por lo que no debemos considerarlo decoración, sino un hecho casual.
El grado de perfección de las cerámicas de superficies bruñidas denotan el alto nivel técnico de los alfareros y el desarrollo socioeconómico de la población que habitó el cerro entre los siglos octavo y sexto antes de cristo.
8. Vitrina 3
Asido, antes de la entrada de la conquista de estas tierras por los romanos en el 206 antes de cristo, formaba parte del grupo de ciudades llamadas libio-fenicias, contando con un número destacado de habitantes fenicios, y otros autóctonos que habían asimilado las costumbres, religión e incluso alfabeto derivado del fenicio, manteniendo un núcleo estratégico militar que controlaba un amplio territorio, además de dedicarse a la explotación agrícola y ganadera de los campos de su entorno.
Podemos destacar de esta vitrina, la máscara negroide, utilizada en rituales funerarios para colocar como ajuar junto a los restos del difunto. Presentaba la particularidad de estar realizada en arcilla no cocida. También es destacable el conjunto de armas (punta de lanza, cuchillo de bronce y hacha de hierro) encontradas en el cerro del Castillo, junto a una incineración, que debieron pertenecer a un guerrero turdetano. Las cerámicas pintadas típicas del mundo ibérico o los restos de vasijas y lucerna de origen griego, son ejemplos de los contactos comerciales con el Mediterráneo oriental.
9. Vaso de libaciones
Está ante una de las piezas más significativas del Museo, se trata de un vaso ritual fenicio del octavo antes de cristo, utilizado en ceremonias religiosas para realizar libaciones.
Es un testimonio del paso de la cultura fenicia por estas tierras, de la que autores antiguos dan cuenta en sus narraciones, afirmando que los fenicios procedentes de Sidón fundaron aquí un asentamiento, para dedicarse al comercio y explotación de recursos del entorno.
El vaso es una pieza con cuerpo globular y cuello y borde de forma acampanada, con tres asas zoomorfas, con figuras de cérvidos acostados, por cuyas bocas se vertía el líquido contenido en el interior de la vasija.
Esta pieza puede ponerse en relación con la tradición que habla de la existencia en Asido de un templo dedicado a Melkart, divinidad fenicia protectora del comercio y los viajes, asimilada al Herakles griego o Hércules de los romanos.
10. Sala Romana - Escultura
En Asido Caesarina se cree que existió un taller de escultura local. Su actividad se llevaría a cabo en el tránsito de la República al Imperio, coincidiendo su auge con la época julioclaudia (desde el veintisiete antes de cristo al sesenta y ocho después de cristo)
En este momento se produce una gran producción de esculturas y retratos de mármol, coincidiendo con la competitividad que nace entre las ciudades por su monumentalización y embellecimiento de sus edificios y espacios públicos y privados.
La categoría urbana de Asido y el alto nivel económico de parte de sus habitantes, explicarían la gran cantidad de hallazgos escultóricos localizados en esta ciudad.
Contamos con ejemplos de algunas cabezas que, al ser pensadas para ser vistas sólo de frente, tienen la parte posterior poco trabajada, marcándose perfectamente las huellas del cincel, sin que el autor se haya preocupado por tallar la cabellera, alisar las superficies no visibles o vaciar la parte de atrás de las orejas.
Lo que denota que son el trabajo de un taller local, cuyos escultores conocen la técnica, la ejecutan a veces con gran maestría, pero no pierden tiempo en trabajos de detalles que van a resultar poco visibles.
En algunas esculturas se conserva parte de la policromía, como en el retrato de Agripina la Menor, donde se aprecian trazos negros en torno a los ojos y el cabello. Ésta es un ejemplo de representación de miembros de la familia imperial; en otros casos, nos encontramos con retratos de particulares, imágenes de dioses u otros personajes de la mitología antigua.
11. Materiales constructivos romanos
Los elementos arquitectónicos y de decoración de edificios que se han ido encontrado de forma casual o en las diferentes excavaciones arqueológicas desarrolladas en la ciudad, evidencian que Asido Kaesarina contó con un número importante de familias potentadas, que además de contribuir al engrandecimiento de su ciudad, se rodearon en la esfera privada de todos los lujos que tuvieron al alcance.
Fustes de columnas, basas y capiteles, cornisas y placas decoradas, tanto en piedra arenisca local como en diferentes mármoles procedentes de toda el área del Mediterráneo, trozos de mosaicos, piezas de opus sectile de láminas de piedras de diferentes tipos finamente trabajadas, fragmentos de pintura mural, etcétera nos muestran la grandiosidad de algunos edificios públicos y la riqueza de muchas de las domus privadas.
12. Mundo funerario romano
A través de las piezas expuestas, se describe el rito funerario romano. Algunas de sus costumbres, incluso hoy en día, a pesar del paso de los siglos, nos resultan familiares.
Los cementerios romanos, denominados necrópolis, se situaban fuera de los límites de la ciudad, junto a los caminos de acceso. Era el destino de los difuntos, los cuales, después de haber sido velados en sus casas, se trasladaban en un cortejo fúnebre, acompañados por familiares y amigos y, si la economía familiar lo permitía, irían también con músicos y plañideras.
Había dos tipos de enterramiento: la incineración y la inhumación. La incineración fue el ritual más extendido durante la república romana y hasta el siglo segundo después de cristo y, desde entonces, fue imponiéndose la inhumación como costumbre funeraria, sobre todo, conforme el cristianismo iba ganando adeptos.
En el caso de la incineración, las cenizas eran depositadas en columbarios o panteones familiares, mientras que para la inhumación solían enterrar a los difuntos bajo tierra. La tumba se solía señalar con una lápida, en la que aparecía el nombre del difunto, su edad y alguna frase de afecto.
Era común la celebración de una comida o banquete ritual, donde se reservaba una parte para el fallecido, y en los años sucesivos se visitaba el lugar en fechas señaladas dejando algún presente.
Una curiosidad es que el luto duraba 10 meses, tiempo de respeto durante el cual el viudo o la viuda esperaba para contraer nuevo matrimonio y no se hacía ostentación con adornos personales, ni se celebraban fiestas en el círculo más estrecho de la familia.
13. La incineración
La incineración consistía en reducir el cadáver a cenizas.
La ceremonia se realizaba sobre una pira de leña con forma de altar, sobre la que se depositaba el ataúd con el difunto.
Antes de quemar el cuerpo, se le cortaba un dedo y se arrojaban tres puñados de tierra que simbolizaban su enterramiento. Extinguido el fuego, los restos eran lavados con vino o agua y se depositaban en una urna, que podía ser de cerámica, piedra, vidrio o plomo.
Seguidamente, se enterraba junto a algunos objetos personales y otros de carácter simbólico, como la moneda para el barquero que habría de llevarlo al otro mundo, o la lucerna para iluminarse en el camino al más allá. Algunas familias pudientes contaban con panteón, con las paredes del interior con huecos en los que se iban colocando las urnas.
14. La inhumación
En la época romana, la costumbre de enterrar el cuerpo del difunto se va imponiendo a partir del siglo segundo después de cristo.
Y, aunque podrían encontrarse tumbas de más de un individuo, lo normal son los enterramientos individuales, con una gran variedad de formas, en función del poder económico de la familia, desde una simple fosa en la tierra en la que se depositaba el cuerpo cubierto solo por un sudario, hasta los grandes sarcófagos de mármol decorados con relieves escultóricos, pasando por cajas de plomo, tumbas de lajas o sillares de piedra, ladrillos o tejas.
También en estos casos se solían depositar algunos objetos como ajuar, una costumbre que casi desaparecería cuando el cristianismo se convierte en religión oficial del imperio.
15. Vida cotidiana
Está ante una vitrina que expone diversos objetos de la vida cotidiana. Algunos muy similares a los objetos de hoy día, como el collar de cuentas de colores, que podríamos encontrar en cualquier tienda de complementos, los anillos, la cuchara o el espejo.
Entre los objetos destaca la bulla, era un colgante o medallón que, a modo de amuleto protegía al portador de todo mal, se ponía colgado del cuello a los niños varones nueve días después de su nacimiento, y se les retiraba cuando llegaban a la mayoría de edad.
Otros amuletos expuestos son los fálicos. El falo, que se asocia con el poder de la fecundación, fertilidad de la naturaleza y la sexualidad en general, como amuleto personal protegía a su poseedor contra los malos espíritus y el mal de ojo.
No es extraño encontrar en las excavaciones fichas, dados y tabas como los expuestos en esta vitrina, puesto que los romanos eran muy aficionados a los juegos de azar.
Como dato curioso, si bien la forma de algunos dados se aproxima a cubos perfectos con 6 caras totalmente iguales, se han encontrado algunos visiblemente no cúbicos, es decir, asimétricos o inclinados, que favorecen ciertas tiradas, especialmente para los números 1 y 6. ¿Eran los romanos unos tramposos jugando a los dados? Sin duda, algunos sí.
16. Cerámica romana
Tiene ante usted varios fragmentos de vasijas de terra sigillata, un tipo de cerámica romana utilizada para la vajilla de lujo de mesa. Esta
Esta cerámica se reconoce por su llamativo color rojo, más o menos brillante, y podían aparecer con las paredes exteriores decoradas con motivos geométricos, figuras o vegetales. Un gran número de ellas presentan el nombre del alfarero impreso en la base de la pieza, conocido como sigillum.
La cronología de estas producciones abarca desde el siglo primero antes de cristo hasta mediados del siglo tercero después de cristo, aunque puede prolongarse su fabricación hasta el final del imperio pero con mucha menos calidad.
Existen otras variedades con el barniz negro, denominada “cerámica campaniense”, que deja de producirse con el cambio de era; o la “marmorata”, cuyas paredes se asemejan al mármol veteado.
La pondera, en latín, pondus, o pesa de telar, es una pieza cerámica o piedra que hace de peso para tensar los hilos de la urdimbre de un telar. Pueden ser de diferentes formas, tamaños y materiales.
Las lucernas, también representadas en esta vitrina en varios modelos diferentes, son las antiguas lámparas romanas, hechas normalmente con arcilla en moldes, aunque también se realizaron de metal.
Eran, por lo general, recipientes de forma ovalada, con un disco central que solía decorarse con alguna figura, elemento vegetal o escena de la vida cotidiana o de la mitología, con un orificio por donde se vertía el aceite, que servía de combustible hacia el depósito interior.
En un extremo tenía el asa y, en el otro, un pequeño saliente o pico con un orificio también conectado con el depósito, en el que se ponía la mecha sobre la que se encendía la llama.
Se completa la vitrina con ollas y jarritas comunes y objetos de vidrio elaborados con gran maestría; como el cuenco “millefiori”, de cristales multicolores que recuerdan a los cristales que todavía hoy se producen en Venecia.
17. La moneda a lo largo de la historia
En esta vitrina puede ver los distintos tipos de monedas que se han utilizado a lo largo del tiempo.
Medina Sidonia acuñó moneda con el nombre de la ciudad en caracteres fenicios en torno a los siglos II y I a.C.
Le sigue una representación de piezas de época republicana y de los emperadores que gobernaron desde el siglo I, hasta la caída del Imperio Romano de occidente.
En época visigoda, Medina Sidonia volvió a acuñar su propia moneda, aunque no se cuenta con ningún ejemplar.
Las excavaciones también han aportado monedas islámicas de al-Andalus en bronce y plata, y de los distintos reyes cristianos de la baja Edad Media y Moderna, hasta alcanzar el reinado de Juan Carlos I.
Pero quizás, lo más llamativo de esta vitrina sean los dos tesorillos conservados. Recrean dos descubrimientos que se realizaron en el castillo de Medina Sidonia en el transcurso de las excavaciones arqueológicas desarrolladas en el año 2009.
El primero de los ocultamientos es el de los dírhams islámicos acuñados en época califal, entre los siglos X y XI.
El conjunto se compone de más de 200 monedas de plata y varios miles de pequeños recortes (utilizados en su momento para pequeños pagos). Además, se encontró una esfera metálica que contenía arcilla roja, pudiendo tratarse de un sello con el nombre del propietario, aunque es ilegible a día de hoy.
Los restos de tejidos pegados a algunas piezas, nos indican que fueron escondidas dentro de una bolsa de algodón.
El tesorillo de maravedís lo compone un grupo de 828 monedas de vellón (que es una aleación de bronce con plata). Fueron escondidas dentro de dos ollitas de barro en el interior de uno de los aljibes del castillo, poco después de 1626 y cuando la fortaleza ya estaba abandonada. Las piezas pertenecen a los reinados de Felipe II, Felipe III, y los primeros 6 años del reinado de Felipe IV.
18. Bizantinos y visigodos
Asidona entre los años 476 al 711, será ocupada por bizantinos y visigodos. Es un período de tiempo en el que será capital de un extenso territorio y cabecera del obispado asidonense, que tal vez obstentó desde época tardorromana, tras la decadencia de ciudades como Gades (Cádiz).
En el 711 pasará a manos de los musulmanes, pero el obispado con sede en Medina Sidonia seguirá existiendo hasta mediados del siglo XII.
Entre los objetos que se muestran de esta época, podemos destacar un cancel visigodo de procedencia desconocida; es una pieza con símbolos religiosos cristianos en relieve, que se situaba en el interior de la iglesia, delante del altar, separando el espacio sagrado de los fieles.
Éste en concreto, tiene una peculiaridad, y es que el cantero que lo trabajó, lo copió de un molde. Pero los moldes se hacen en negativo, para que cuando se realice la impronta, quede en positivo. En este caso, el cantero lo copió tal cual y la imagen aparece con los símbolos al revés.
Se completa la exposición de este período con algunas inscripciones y una vitrina con elementos cotidianos y adornos de uso personal.
19. Época de dominación musulmana
Esta ante la vitrina que contiene distintos restos de la época musulmana.
Desde la entrada de los musulmanes en el 711 y hasta que Alfonso décimo conquista el territorio en 1264, Medina Sidonia será conocida como Madinat Saduna.
Mantuvo su preeminencia territorial que ya tenía con los visigodos, siendo capital de la cora de Saduna, una circunscripción que superaba los límites de la actual provincia de Cádiz.
Entre los objetos que se muestran de este período, podemos ver candiles, con igual función a la de las lucernas romanas.
También se muestran los dedales de talabarteros, importantes para coser el cuero, empuñaduras de cuchillos y cerámicas diversas, algunas de ellas producidas en los hornos del período almohade situados bajo estas salas del museo.
20. Vitrina del esqueleto
Está ante el cuerpo de un posible guerrero de época medieval.
Se encontró junto a otros cuerpos en el cerro del castillo, en una zona donde existió una iglesia dedicada al apóstol Santiago.
Los clavos que se ven en torno al cuerpo son testimonio de que estaba enterrado en un ataúd, aunque la madera con los años desaparece.
Los objetos que acompañan al cuerpo, son una recreación de las labores del arqueólogo, herramientas como brocha, paleta, escala o la tablilla para tomar datos.
Si se fija en la dentadura y su estado de conservación, se darán cuenta de que estamos ante un individuo relativamente joven, aunque tiene una muela picada que le debió casuar muchos dolores.
21. Vitrina de la Frontera
Alfonso X conquista Medina Sidonia en 1264, y desde esa fecha, se mantendrá en la corona castellana, pero las razzias musulmanas, al estar tan próxima la frontera con el reino de Granada, hará que la vida no resulte cómoda en esta parte de la península.
Haberse encontrado en la frontera entre el reino cristiano y el reino de Granada hizo que muchos municipios de la zona se apelliden “de la Frontera”, como Jerez de la Frontera, Conil de la Frontera, Vejer de la Frontera, etc.
Aunque existieron momentos de plena convivencia entre las dos culturas, con intercambios comerciales pacíficos, la frontera estará en constante inestabilidad. Prueba de ello son las flechas de hierro y otros proyectiles de piedra que se exponen en esta vitrina, utilizados para la defensa.
22. Época napoleónica y cerámica local
Durante la Guerra de la Independencia, los franceses tuvieron una guarnición militar en el castillo de Medina Sidonia. Reconstruyeron partes de la fortaleza levantando algunas murallas y construyendo barracones y otras dependencias para la tropa. Una vez que se hubieron retirado en agosto de 1812, la Regencia española ordenó derruir todo los construido, por si volvía el ejército invasor.
De su paso en esta época se pueden observar botones de los uniformes, un compás con la Flor de Lis, emblema de la monarquía borbónica, pipas de cerámica y balas de los fusiles, entre otros objetos.
Por último, el museo lo cierra una muestra de la cerámica asidonense. Muy afamada al menos desde el siglo dieciocho y hasta mediados del veinte, por lo bien que distribuía y mantenía el calor del fuego y el sabor que daba el barro a los guisos.
Hoy día, desafortunadamente, no hay nadie que continúe con el oficio de alfarero en la localidad.
Y con estas vasijas de otra época reciente, concluimos el paseo por nuestra historia, esperando que haya sido de su agrado y que vuelva pronto a visitarnos.